sábado, 10 de julio de 2010

HACIA UN ESCUELA DEMOCRATICA

Como sabemos, cada sociedad construye sus propias prácticas y discursos institucionales en el contexto de determinados principios o valores. Ellos trazan y marcan las líneas o campos de actuación a partir de un proceso de construcción social dadas sus características o funciones institucionales. Uno de los mayores contextos en los que puede llevar a acabo dichos proyectos, lo constituye la escuela, debido a las diversas funciones, entre el cual, cabe citar la implantación o mejor dicho la educación para la democracia y los valores universales, derechos humanos etc. Es bonito citar aquí, unas palabras de José Marti “educar es poner al hombre al nivel de su tiempo”.

Tras la caída del muro de Berlín, muchas voces se aumentaron, siendo el mejor ejemplo el informe a la UNESCO de la comisión internacional sobre al educación en el S. XXI, presidido por Jaques Délos en 1996, el cual defendían que la educación debe inculcar en todo el mundo el ideal democrático, por medio del respeto a la diversidad y la lucha contra los esculciones, y cuando decimos esculciones, no solamente referimos a las razas o culturas, sino mas también hasta las voces de los estudiantes en las escuelas.

No obstante, esto funcione o en muchos casos sigue funcionando como un doble discurso o moneda de doble cara, por parte el consenso sobre la legitimidad de estos valores en las discusiones cotidianas que constituyen la experiencia de vida en los centros y escuelas, probablemente en todos los países del mundo.

Estamos seguros, que no existe un profesor que se opone o se plantea en contra los valores, pero a al vez observamos que en la vida cotidiana de los centros esta llena de conflictos entre alumnos y profesorado, además de muchísimas mas otras cosas.

Decía Jan Jaque Rousseau, educar, no es solamente dirigir, conducir o disciplinar a los educadores, sino aportarles a descubrir sus posibilidades y su evocación y dejarles crecer como personas.

Y realmente es lo que tiene que hacerse en cada instituto o escuela, pero desgraciadamente lo que se ve allí, es la implantación de la disciplina, autoridad, orden.

etc. Es algo muy bonito, pero mejor aun si hacemos de un estudiante un ser activo,, involucrado en todos los asuntos y actividades, tanto en clase como dentro del centro, y vamos luego a detallar esto.

Pero antes debemos hacernos una pregunta aquí ¿cuales son los métodos que tenemos que llevar acabo para la implantación de una escuela democrática en su sentido abarcador?

La respuesta la podemos encontrar en las palabras de Santos, el cual sostiene que si todo esta determinado solo al cumplimiento de las normas, es decir, cumplir lo prescrito y de aprender lo que oficialmente se enseña, no se arriesga ni se constituye nada.

Sinceramente, compartimos su frase, ya que el cumplimiento del deber y el temor resulta anacrónico y representa actitudes democráticamente indeseables, dado que se establece una relación de dominación- obediencia que impide la generación de procesos de colaboración y reciprocidad.

Por eso, es importante que la escuela, no solamente enseñe estos valores, sino que la practique, tal como se aprecia en las siguientes palabras de Josep Ruiz Rovira “la escuela ha de preparar a sus alumnos y alumnas. Para que ello se produzca se requiere una legitimación de los procesos en que ella se viven, se validen los significados de los actos y practicas convocando además, profesores y administrativos a participar solidaria y colaboradamente.

En estas líneas, proponemos algunos puntos o propuestas que puedan ser útiles o en otras palabras que carecen en nuestras escuelas y son pilares básicos para la consolidación de la democracia en nuestros centros.

El primer punto y que es muy llamativo, es la participación que se considera articulada de la vivencia democrática, es decir, hacer del alumno protagonista del proceso formativo, implica ubicarse en el centro, y así puede desempeñar activamente las funciones centrales del mismo.

Este hecho conlleva a profesores y dirigentes a fomentar activamente formas variadas de participación, dado que constituye uno de los ejes centrales de las practicas sociales en al escuela y promueve y garantice el progreso de los estudiantes, ya que una vez empiezan a ejercer activa y orgánicamente pueden tomar mayor conciencia del sentido y derivaciones de su participación. Y de esta forma podrán transformarse en verdaderos protagonistas del proceso.

Escuchar sus voces y aprender a trabajar con ellos como iguales en derecho y dignidad y por tanto, con capacidad para prosperar y decir respecto a los asuntos que ellos consideran importantes y que les afecta. En este sentido, muchos estudios llevados acabo hasta el momento ( Ruddock, Thessier y otros) hablan de que los centros que desarrollan en sus alumnos sus capacidades creativos, aumentan su participación en la toma de las decisiones y la generación de demandas, favorecen la producción de comentarios analíticos y constructivas y valoran sus acciones cuando les asignan responsabilidades.

Además, hay que añadir también, la resolución de los conflictos y la tolerancia a la adversidad, dos elementos primordiales para una convivencia democrática y otro mas llamativo, especialmente en los países europeos, es el respeto mutuo a la diversidad, ya que en la democracia no existen enemigos, sino personas que piensan y llevan otra forma de vida y es vuestro derecho intimo, me refiero aquí a casos como el velo.

En definitiva, espero que esta realidad platónica que tanto soñamos en nuestras escuelas pueda hacerse efectiva en los próximos años, no negamos que los esfuerzos cada vez mas son mayores en algunas cosas, mientras en otras aumenta el rechazo. El futuro dará mucho que hablar, ahora hay que seguir siendo optimistas.

JAD EL KHANNOUSSI

No hay comentarios:

Publicar un comentario