Padres que trabajan todo el día y no quieren lidiar con sus hijos a la hora de hacer la tarea, escuelas primarias que aún no encuentran la forma de que los alumnos logren prestar atención en clase y chicos que necesitan contar con la mirada de un adulto para hacer sus deberes parece ser la combinación perfecta para que cada vez más familias recurran a maestras particulares, no tanto en busca de ayuda puntual para una dificultad de aprendizaje o de comprensión, sino como forma de contención y supervisión escolar de los chicos.
Así, a las actividades extras que tienen los niños se les agrega ir una, dos y hasta tres veces por semana a apoyo escolar, donde la hora de clase, que por lo general es grupal, ronda entre $ 20 y $ 40 (1 euro son 5.6 pesos), según el barrio.
Por un lado, la realidad actual laboral de los padres claramente dificulta el acompañamiento y el control sobre el niño. Por el otro, está la abrumadora cantidad de contenidos que se dictan en algunas escuelas, pensados para niños con un mayor nivel de desarrollo evolutivo y que sólo pueden ser aprendidos por chicos con memoria. Finalmente, los enfoques pedagógicos actuales que utilizan algunas escuelas no son los mismos con los que aprendieron los padres. Por todo eso a veces los chicos llevan tareas a sus casas que los adultos no saben cómo resolver.
Esta tendencia se da al estar la educación marcada como sinónimo de la única prosperidad que le podemos asegurar a un hijo en un país tan incierto como el argentino. Ante el primer indicio de que algo no funciona, se manda a los chicos a apoyo escolar. Hay mucha expectativa de los padres puesta en la escolaridad de sus hijos, porque ven que si el niño recibe una buena educación y tiene una buena performance en el colegio, tiene asegurado su porvenir.
Pero esta mirada refleja el pensamiento de un grupo con posibilidades económicas diferentes. En muchos barrios los papás piden contención, que se ayude a sus hijos en lo que ellos no saben, porque lo desconocen, porque no lo vieron nunca, porque se lo olvidaron o simplemente porque las materias van cambiando. Hoy el chico necesita que se le explique más, y los tiempos para desarrollar un programa en clase son escasos, lo que no le permite al docente detenerse; tiene que avanzar.
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